BECADA POR EL CENTRO ANA FRANK | Viajó a Alemaniapara profundizar su conocimiento sobre el Holocausto

Escribe: Guadalupe Dozo, profesora de Literatura de Ezeiza, invitada a participar del Tercer Seminario Internacional

En julio de este año recibí la gran noticia de que el Centro Ana Frank, en alianza con la Claims Conference, me habían asignado una de las becas disponibles para participar del Tercer Seminario Internacional, dirigido a educadores del nivel secundario en áreas de conocimiento ligadas a la enseñanza del Holocausto. El seminario consiste en una instancia teórica y una instancia de formación en Ámsterdam y Berlín para poder conocer y estudiar el contexto en el que vivió Ana Frank de manera directa.
Así, en septiembre, fui parte de una Delegación Internacional representando a mi país, junto a colegas de toda Latinoamérica, jóvenes ganadores de los diferentes concursos que organiza el Centro y miembros del grupo interreligioso Sumando Voces, quienes, desde sus aportes, mostraron que las diferentes religiones tienen mucho que decir para la construcción de una civilización de paz.
LA LITERATURA ABRE PUERTAS
Debo aclarar que no soy profe de Historia, sino de Literatura, y que la puerta de entrada para estudiar no sólo la Shoá (el Holocausto), sino otros genocidios del siglo XX —como los trágicamente sucedidos en Armenia, Ruanda, en la Rusia soviética, entre muchos otros, lamentablemente— es siempre La metamorfosis, ese libro indefinible de Kafka.
La literatura como práctica cultural tiene muchas definiciones, pero siempre es un abrir puertas. Y una de las puertas que se abren al leer la historia de Gregor Samsa es observar —cual testigos pasivos— ese proceso de deshumanización al que el protagonista es sometido por parte de su familia y de su entorno. Y cuando esto sucede, todo es posible: humillación, degradación, tortura, muerte… Nos introduce en la locura de los genocidios, y así lo reafirmo: locura, porque en su ejecución desconecta al otro de su realidad esencial y ésta es que es un ser humano como vos y como yo.
El viaje nos permitió conocer la vida de Ana en profundidad, caminar por las calles de su barrio, imaginarla con sus amigas, visitar su hogar el hogar donde recibieron la citación para que Margot su hermana mayor se presente ante las autoridades para ser trasladada a los campos de trabajo, recorrer el lugar en donde se escondió con su familia y otros judíos, imaginar sus miedos y entender las tensiones a las que se veían sometidos a diario, recorrer con la delegación el campo de concentración donde murió de tifus y visitar los diferentes memoriales a las víctimas de la Shoá en un contexto de aprendizaje no meramente intelectual ya que las vivencias y la emoción estuvieron presentes para que no sea nuestra mente únicamente la interpelada… Fuimos nosotros, fue mi yo completo quien aprendió el significado y los alcances de la maldad humana.
LA ESPERANZA, SIEMPRE LA ESPERANZA
Sin embargo, la muerte no tiene la última palabra y en esto radica la fuerza de la esperanza: las personas sobrevivimos a través de nuestros actos.
En un contexto tan adverso como fue la persecución por motivos étnicos, Ana Frank sembró esperanza por medio de las palabras que nos dejó en su diario y que regó con su sangre y la sangre de aquellos cuyas vidas fueron arrebatadas de manera tan cruenta e inhumana.
Ana decía que, a pesar de todo, creía en la bondad del corazón de las personas.
Por eso, su figura se presenta ante nosotros como la excusa perfecta para renovar nuestra confianza en esta bondad y transmitirles esto a nuestros niños y jóvenes, para que esta bondad no se ahogue entre las malezas del odio, sino que florezca y se desarrolle en cada uno (porque el cambio siempre comienza por uno mismo) y pueda florecer de manera radiante y siga iluminando a las generaciones venideras.
Ya de regreso a mi querida Ezeiza, el lugar que elegí para vivir y desarrollar mi carrera hace 20 años, traigo conmigo una porción de Ana y su legado. El viaje de estudios fue el punto de inicio de una nueva metamorfosis inversa a la de Gregor, porque este viaje, espero, me está conectando con mi humanidad más profunda y me llama a vivir esto como una misión: transmitir este mensaje a mis estudiantes, familia, colegas, amigos y por qué no a toda mi comunidad.

Aviso