La Planta de Investigación Científica Argentina Internacional de Neurología funcionó en Cañuelas sobre la ruta 3 y recibió pacientes de la región, hasta su clausura en 1976. Los círculos médicos de Esteban Echeverría, Morón y Cañuelas venían denunciando la estafa. Extraña relación con el mundo de la ufología. Escribe: Marcelo Metayer (Agencia DIB)
En un campo a la vera del kilómetro 77 de la ruta 3, en el partido de Cañuelas, funcionó a mediados de los años 70 un instituto médico muy particular, que decía que basaba sus principios de curación en la ciencia de un presunto lejano planeta llamado Ummo. Era la “Planta de Investigación Científica Argentina Internacional de Neurología” de Cañuelas, fundada por Carlos Eduardo Jerez, hoy con paradero desconocido.
El caso de la “clínica ummita” —cerrada durante la dictadura militar— fue uno de los más notables sucesos en la provincia de Buenos Aires en relación con la ovnilogía en general y el llamado “affaire Ummo” en particular.
Según contó hace algunos años El Ciudadano de Cañuelas, “atraídos por el boca en boca y ante las noticias que publicaban diarios y revistas de Buenos Aires, todos los días arribaban personas aquejadas por graves enfermedades neurológicas, oncológicas o cardíacas”.
Jerez no era médico, pero tenía dos ayudantes, el doctor Analberto Alcaraz, nacido en Asunción y radicado en Argentina en 1969, y el homeópata y radiestesista Eduardo Salatino, fallecido en 1996.
La tarjeta de Carlos Eduardo Jerez, “Director General” de la “Planta de Investigación Científica Argentina Internacional de Neurología”.
El dueño de la “clínica” era un técnico en radio y televisión nacido en Baradero en 1939, que se decía continuador de un proyecto científico integral iniciado en Francia en 1901 por su abuelo materno, Gaspar Asprella, que emigró a nuestro país en 1927. “También decía que era la conexión argentina de los ummitas”, asegura El Ciudadano.
EL “ASUNTO UMMO”
Ummo es el nombre de un supuesto planeta que orbitaría alrededor de la estrella denominada Wolf 424, situada en la constelación de Virgo. Los habitantes de este mundo visitaron la Tierra por primera vez en 1950 y comenzaron a contactar a los humanos, a quienes transmitieron sus elevados conocimientos científicos.
La historia parece tomada de una película, pero es lo que se deduce de miles de cartas que llegaron a investigadores de todo el mundo —incluso de Argentina— a partir de la década del ‘60, de las cuales hoy en día todavía no hay certeza de su origen.
Se presume de forma general que todo fue un engaño llevado a cabo por el parapsicólogo español José Luis Jordán Peña, y de hecho así lo confesó hacia el final de su vida. El caso Ummo volvió a las primeras planas en 2022 con el estreno de una miniserie sobre el tema en el canal español Movistar +, que toma la hipótesis oficial sobre la participación de Jordán Peña.
Pero el hijo del investigador, llamado José Luis Jordán Moreno, reaccionó al documental, creó un movimiento que afirma que “Ummo existe”, y aseguró que su padre fue obligado a decir que había inventado el asunto. De esa forma, la polémica continúa.
Mientras tanto, es muy conocido el símbolo de Ummo, que fue visto y fotografiado en un ovni cerca de Madrid, España, en 1967: algo así como una H con sus trazos laterales curvos y una barra vertical en el centro. Detalle: es muy similar al logo de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
Ese mismo símbolo estaba al pie del plato volador de cuatro metros de altura en la clínica de Cañuelas, y en una placa en la entrada. Con ello, Jerez “demostraba” ser poseedor de la presunta ciencia extraterrestre, que le permitía curar las enfermedades más cruentas.
APARATOS
“EXTRAÑOS”
Según afirma el prestigioso ufólogo francés Jacques Vallée en “Revelaciones” (1991, publicado en castellano recién en 2022), “las misteriosas curas del cáncer hacían uso de los rayos gamma, y varios pacientes supuestamente terminales habían sido mejorados o incluso curados en la instalación”. Añade que “el sistema médico utilizado combinaba aparatos de impresionante sonido con las afirmaciones habituales de los curanderos modernos: mezcla rayos gamma con energía cibernética, que Jerez describe como ‘el campo de calor que rodea los tejidos’”.
Vallée, que hizo conocida la clínica ummita al mundo, cuenta que “hablando ante un grupo de estudiantes locales, Jerez declaró una vez que su personal era de Ganímedes y que curaban mediante el uso de técnicas de radiación traídas de otros planetas”.
Uno de los promotores del “método Jerez” fue el ufólogo argentino Pedro Romaniuk, que en 1978 afirmó que en la “clínica” se habían tratado “16.500 casos de enfermedades incurables ya desahuciadas por la medicina clásica”. En el lugar, decía el autor de “Texto de ciencia extraterrestre”, había “cinco estaciones de radioaficionados y más de cien aparatos, uno más extraño que el otro”.
EL CIERRE
Mientras tanto, desde octubre de 1974 los círculos médicos de Esteban Echeverría (CMEE), Morón (CMM) y Cañuelas (CMC) venían denunciando que Jerez era un charlatán. “Los más ignorantes dicen curar con sapos, naipes y yuyos. Éstos, en cambio, usan un secador de cabellos y lucecitas de colores”, declaró a la revista Siete Días el doctor Somaiel Harón, del CMC.
La clínica fue clausurada en junio de 1976. Alcaraz comentó a El Ciudadano que “hubo inspecciones, no sé si municipales o nacionales, hasta que la dictadura, a través de Ramón Camps, jefe de la Policía de Buenos Aires en esa época, detuvo a Jerez y lo hizo desaparecer temporalmente. Gracias a las conexiones que había tejido con altos rangos militares a través de los pacientes, logró que se lo liberaran tras un mes de la famosa calesita policial de traslados permanentes en destacamentos policiales. Para su liberación le prohibieron seguir con su actividad en el país y lo obligaron a cambiar de lugar de residencia”.
INCÓGNITAS
Jerez desapareció de la vida pública por algunos años. En los 80 fue encargado de una fábrica de papel higiénico que llamó Hono, el mismo nombre del presunto servicio de inteligencia del planeta Ummo. Años después parece que volvió a entreverarse con las prácticas alternativas y en 1995 fue acusado de homicidio y ejercicio ilegal de la medicina tras la muerte de pacientes a los que, presuntamente, aplicó sus técnicas de origen extraterrestre.
En tanto, donde estuvo la clínica, que atrajo a tantas personas con enfermedades incurables en busca de una última esperanza, hoy no queda ni el recuerdo, y el pasto y el viento ocupan el lugar del plato volador de metal con ventanas de acrílico azul de la entrada. Otro misterio de la ufología argentina que sobrevivió en los archivos.