Por Míster Afro | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses
Tengo un gran amigo que desde hace años busca la forma de vivir sin trabajar. Hace poco, me reveló un secreto: conoce un método para vencer a la ruleta y de joven se mantuvo con lo que producía en los casinos.
—Muchos años anduve en esa —me contó Lucas, mientras tomábamos unos mates en la oficina—. Ganaba dinero y viajaba mucho. Me encantaba. Iba cambiando de ciudad para no tener problemas. Si me quedaba demasiado en un lugar, buscaban echarme. En Mar del Plata me tenían rejunado.
Largué una risa larga cuando terminó la parrafada. Era una joda, evidentemente.
Me observó con una mezcla de mesianismo y melancolía. Le faltó mirar a la Virgen de Lourdes, que está en la cocina de La Palabra, y decir: “Perdonalo, María, no sabe lo que hace”. Esa repentina supremacía me intimidó. Calenté el agua y cambié la yerba. Tras ofrecerle un amargo, lo animé a que me brindara más precisiones.
—Te voy a contar cómo es la cosa para cuando necesites unos mangos.
—Gracias —respondí, tratando de no incomodarlo.
—Todo esto me lo enseñó un viejito de La Unión. Un sabio. Estuvo años analizando el asunto y tomando notas. Tenía cientos de cuadernos Rivadavia con estadísticas y gráficos. Una vida dedicada al estudio —detalló Lucas, a modo de introducción—. Lo principal del asunto es dividir el tablero en seis. El azar tiene sus bucles. Si por ejemplo un tiro cae entre el 31 y el 36, esta seisena es casi seguro que se repita en alguna de las próximas tiradas. Apostás entonces una ficha a esos seis números. Si sale, ganás cinco fichas. Si perdés, tenés que jugar dos fichas para ganar diez. Si volvés a errar, jugás tres fichas para sumar quince. Así la vas llevando hasta que recuperás todo. El tope son ocho vueltas. A partir de la nueve, sólo se logra empatar. En la diez no hay forma de recobrar lo invertido.
Ya interesado en el asunto, le pregunté:
—¿La fórmula es segura?
—Si falla, empezás de nuevo. Nunca hay que enloquecerse y querer salvarse con un pleno. La clave es saber esperar. Yo iba cuando abría el casino y me quedaba hasta el cierre. En algún momento, la tendencia cambia y te llenás de plata. Para no meter la pata, te voy a pasar los tres pilares básicos del éxito.
Sacó un papelito del bolsillo y con birome azul escribió: “Serenidad, prudencia y memoria para la frase: cuando no es tu noche no es tu noche”.
Quise saber más detalles de la época en que Lucas dijo haber resuelto su economía con la ruleta. Abruptamente cambió de tema. Hablamos de la Copa América, de la inseguridad y hasta de la inteligencia artificial. Yo lo seguía escuchando, pero sólo pensaba en el casino.
Cuando se estaba yendo de la oficina, le pregunté:
—¿Por qué dejaste de jugar si ganabas?
—Al principio estuvo bueno, pero me cansé.
—¿Por?
—Era como ir a trabajar.
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