Escribe: Lic. Patricia Celia Faure | Miembro informante de la Junta de Estudios Históricos del distrito Ezeiza
A los 83 años falleció Roque Adolfo Saracino, el domingo 2 de noviembre. Nacido el 3 de diciembre de 1941, Saracino tenía setenta largos años vividos en Ezeiza. Sesenta y tres de amor con Cristina. Él y toda la familia fundadora y de una fidelidad permanente colaborando con la Biblioteca Pública Alfonsina Storni desde hace más de 40 años.
“¿Qué se cuenta?”, preguntaba Roque levantando la barbilla. Y yo, que venía a ser la cronista que llegó tarde a la primicia, me despachaba con conjeturas que él y su hermana Cata, estoicamente, escuchaban como si fuera de lo más serio a considerar.
Lo veo: brazo derecho cruzado en el pecho, codo izquierdo apoyado en brazo derecho, mano izquierda sosteniendo barbilla y ojitos mirando para arriba y para el costado meditando lo que oía.
Lo estoy viendo. La cabeza giraba como medio radar. Los grados del transportador iban del televisor, barrían el mueble vidriado que podías abarcar si tenías visión de mosca y aguzaban el periscopio hacia el pasillo largo desenrulando anélidos al tope. Al ratito llegaba bajando al trotecito el sinuoso caminito y la pregunta del millón se imponía, coloquial y divertida. Dialogábamos, recordábamos, nos olvidábamos, nos reíamos, en un cristalizado aquí y ahora… porque la muerte no existe.
Descendiente de un Rocco italiano que supimos encontrar en una vitrina. Le suceden la bonhomía su nieto Joan, sus tres hijas estudiosas Florencia, Agostina y Priscila, y el benjamín Rafael Sebastián Felipe, quien se encargará de donar los frascos para las mermeladas caseras. Bien limpitos.
