ESCUELA Nº 4 | Pasó a llamarse “Maestro Luis Fortunato Iglesias”

En un acto realizado en el mediodía del jueves 27 de marzo de 2025, la Escuela Rural Nº 4 de Canning pasó a denominarse “Maestro Luis Fortunato Iglesias”. Estuvieron presentes el gobernador bonaerense Axel Kicillof, el intendente DE Ezeiza Gastón Granados, el ministro de Educación de la Provincia, Alberto Sileoni, la presidenta del HCDE, Dulce Granados, y la directora del establecimiento primario rural, Sabrina Cornell, junto a toda la comunidad educativa. “En esta escuela se llevó a cabo un proyecto de investigación titulado ‘Quienes somos’, donde se buscó resignificar el nombre de la Escuela Rural Primaria Nº 4 de Canning, ya que desde un comienzo se llamó Guillermo Enrique Hudson. Durante la investigación se determinó que a la escuela la reconocían por el maestro Iglesias, quien realizó un buen trabajo con los estudiantes entre 1938 y 1957. Asimismo, se reconoció que Hudson no fue maestro y se conocía muy poco sobre él. A partir de las hipótesis se empezó a indagar, investigar acerca del derecho a la identidad y cuál sería el nombre más apropiado para la escuela, llegándose a determinar que el nombre de ‘Maestro Luis Fortunado Iglesias’ sería el más conveniente”, señaló su directora Sabrina Cornell.

LA LABOR DEL MAESTRO IGLESIAS. El reconocido maestro Luis Fortunato Iglesias trabajó en la Escuela Rural Nº 4 (ex 11) de Canning entre 1938 (año de su creación) y 1957. El gran docente impulsó innovaciones a la hora de resolver desafíos educativos con profundo sentido de la ética en acción. Nacido en Tristán Suárez, especialistas en educación lo definieron como “uno de los docentes argentinos más influyentes del siglo XX”. Iglesias estuvo al frente de la Escuela Rural Nº 4 (ex 11) durante dos décadas, siendo un período lo suficientemente prolongado como para permitirle experimentar, reflexionar y escribir acerca de lo que estaba haciendo, y producir una vasta obra de literatura pedagógica. Hasta hoy, sus libros y las investigaciones académicas sobre su pedagogía eran las principales fuentes que permitían tomar contacto con su legado. A esos materiales se ha sumado el documental “Luis F. Iglesias. El camino de un maestro”, realizado por el Instituto Nacional de Formación Docente. Iglesias (quien nació el 28 de diciembre de 1915 en Tristán Suárez y falleció el 8 de agosto de 2010 en la Ciudad de Buenos Aires) recordaba que “me mandaron a la Escuela Rural N° 11 porque la consideraban una escuela muy alejada, difícil, y yo encontré allí mi porvenir. En la escuela rural, con todos los grados, desde primero inferior a sexto, con todas las edades, me inicié como maestro integral y total”. Con la llegada de Iglesias, la escuela N° 4 también dejó de ser un castigo para los alumnos que concurrían allí: “no veníamos por obligación, veníamos por gusto. Y para nosotros las vacaciones eran casi un castigo, porque dejábamos a nuestros compañeros y a nuestro maestro”, recordó el exalumno Evaristo Magallán.

BIBLIOTECA PROPIA. Iglesias recordaba que en Tristán Suárez no había bibliotecas ni libros, y que acompañaba a su padre a los trabajos (arreglaba cocinas, molinos, bombas, fue el herrero del lugar) con la intención de leer lo que encontrara. Sostenía que la búsqueda desesperada de libros había sido todo un drama en su infancia, y cuando ingresó al Normal y tuvo a su alcance toda la literatura, se fue enamorando de lo que sería su profesión. Formó su biblioteca con libros que no costaban mucho, que tenían una base pedagógica pero como creía que: “El que sabe solamente pedagogía ni pedagogía sabe”, leía todo lo que podía adquirir en las librerías de textos usados de la avenida Corrientes. Sostenía, como Gorki, que tenía sus “universidades”: el pueblo, la Escuela Nº 4 de Canning, la Escuela Normal de Lomas, la calle Corrientes, el teatro, el cine y desde luego todos los lugares donde había actos públicos.

NOTABLE CARRERA. Obtuvo el título de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal Nacional de Lomas de Zamora en 1935. Se desempeñó como Maestro, Director e Inspector de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1966. Por doce años (1950-1962) fue Profesor contratado por la Universidad Nacional de La Plata; Consejero General de Educación (1980); Consultor de la Unesco del Proyecto Nicaragua (1981); Fundador, Codirector y Director del Periódico “Educación Popular” (1961-1978); Profesor Titular del Instituto Varona (Cuba, 1995) y Profesor Adjunto del Instituto Pedagógico Latinoamericano (1995). Fue distinguido con numerosos premios.

NUEVA DIDÁCTICA. A partir de su labor como maestro único elaboró didácticas renovadoras que aún hoy son fuente inspiradora. Publicó: La escuela emotiva (Ensayo Pedagógico, 1945); Viento de Estrellas (Antología Creaciones Infantiles, 1942); La escuela rural unitaria (1957); Pedagogía creadora (1980); Didáctica de la libre expresión (1980); Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura (1987); Los guiones didácticos: Técnica para la conducción del aprendizaje (1988). Otro de sus aportes pedagógicos fueron los guiones didácticos. Se le entregaba a cada grado un conjunto conformado por material gráfico, fotografías, dibujos, elementos ilustrativos, que incluían preguntas, oraciones inconclusas, entre otras orientaciones para que los niños trabajaran libremente y en forma autónoma. Los “cuadernillos de pensamientos propios” eran cuadernos personales de cada alumno para escribir y dibujar espontáneamente. Allí los niños podían expresar ideas, sentimientos y experiencias de la vida cotidiana. Luego eran leídos por el maestro, que aportaba su opinión.

ANTOLOGÍA DE CREACIONES INFANTILES. En el libro “Viento de estrellas”, que es una antología de creaciones infantiles publicada por Luis Iglesias, se puede percibir y disfrutar el habla cotidiana, plena de belleza y cercana a las experiencias y a las emociones de los niños. En aquella antología en la que recopiló escritos de sus alumnos podía leerse que “Las agujas del reloj dan vueltas y no se cansan” (Francisco Calvo, 8 años) o que hay “Preguntas sin respuestas: ¿Cuál es el último número? ¿Quién rompió la primera botella? ¿Cuándo se apaga la luz, adónde va?” (Albor García, 9 años) o “Yo voy a inventar un auto a vapor. Pero todavía no hice nada” (Juan F. Tarragona, 9 años) o “El gato de mi casa, siempre duerme, come lo que se le da y no come lo que no se le da” (Natalia Stepaniuk, 12 años).

HISTORIA | Merecido homenaje | Escribe: Elio Salmón, miembro informante de la Junta de Estudios Históricos del Distrito de Ezeiza

El 27 de marzo al mediodía vivimos un momento de gran alegría y emoción. La escuela rural N°4 de Canning cambió su nombre y, en merecido homenaje, pasó a llamarse “Maestro Luis Fortunato Iglesias”. Se vivieron varios actos en simultáneo, con los nervios propios del protocolo, la presencia de visitantes importantes y el calor del día. Sin embargo, hubo personas a las que la emoción les desbordaba el pecho. Me encontraba entre ellas, inundado de felicidad, con mis brazos extendidos como los de un pulpo para abrazar a los alumnos octogenarios de esta mítica escuela pública rural. Mientras observaba a estos abuelos y abuelas, antiguos alumnos del maestro Iglesias, mi mente viajaba en el tiempo hasta aquella escuela rancho al costado del camino tropero, en pleno campo profundo. También recordaba las voces de quienes ya no están, aquellos que lucharon por esta noble causa. El reencuentro de estos alumnos estuvo cargado de afecto y nostalgia. Se fundían en cariñosos comentarios sobre cómo la vida les había transcurrido, felicitándose mutuamente por el esfuerzo realizado para llegar hasta allí y rendir homenaje a su maestro. Tal es el caso de Arbor, de 88 años, quien viajó seis horas desde Coronel Dorrego acompañado de su hijo y amigos. Todo esto quedó grabado en mi retina y guardado en mi corazón. Por ello, quiero expresar un especial agradecimiento a Rosa Georgis, Delia Escarmendi, Juan y Olga Magallán, Nélida Pascal, Horacio y Delba Gussoni, Arbor García Iglesias, Norma Iglesias, Ana Cristi Iglesias y Antonio Castro. También es menester reconocer la ardua tarea de Sabrina Cornell y del equipo docente de la escuela. Ellos también hicieron historia. Sin su esfuerzo, nada de esto hubiera sido posible. Este logro fue el resultado de un proceso de dos años de gestiones administrativas, de intenso trabajo en las aulas y en la comunidad, un proyecto que buscó rescatar la verdadera identidad de la escuela y que, finalmente, se concretó a través de un proceso democrático.

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