Escribe: Juan Carlos Ramirez Leiva | Junta de Estudios Históricos del Distrito de Ezeiza.
El jueves 5 de diciembre se realizó la Marcha de la Resistencia Nº 43, con la presencia de las Madres de Plaza de Mayo, tan frágiles en su corporalidad como firmes en su humanidad, rol docente, liderazgo e inquebrantable simbolismo. Es inevitable cargarse de energía al acompañarlas, mientras seguimos aprendiendo de ellas (y eso que ya pasé la línea de los setenta años). Si en algún momento el fuerte calor me llevó a pensar en ponerme a resguardo, el pudor fue más fuerte y deseché tan débil pensamiento al verlas estoicas, gigantes, incluso en sillas de ruedas. Mientras daba vueltas a la Pirámide de Mayo, escuché nombrar a nuestros vecinos desaparecidos Marta Cecilia Alonso, Eduardo Alberto Delfino y Eduardo Ramos Mejía, cuyos nombres (y los de tantos otros) eran acompañados con el grito de: “¡Presente!”. No solo lo coreaban familiares, allegados, compañeros de lucha y jóvenes; también estaban jubilados, ciudadanos de países vecinos y opositores a las políticas del actual gobierno. Adolfo Pérez Esquivel, uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y Premio Nobel de la Paz en 1980, se sumó a las rondas con las Madres de Plaza de Mayo. En una breve nota que nos concedió, sostuvo que este gobierno está destruyendo el país, que la memoria no sólo ilumina el pasado, sino también el presente, y que con hambre y violencia no puede haber justicia social. Señaló que debemos evitar perder la soberanía. Al preguntarle qué nos estaría faltando, respondió: “Unirse en la diversidad. No todos tienen que pensar igual, pero deben tener objetivos comunes. Primero, la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria y la soberanía del país, porque estos la están vendiendo. Están vendiendo el país y tenemos que resistir para recuperar los espacios perdidos”. Cuando le consultamos si la unidad debería ser muy amplia, respondió: “Sí, no es necesario que todos pensemos igual, pero hay objetivos que son comunes”. Tras agradecerle, lo vimos retirarse acompañado de otros dirigentes nacionales, con la gallardía que lo caracteriza y sus jóvenes 93 años de dignidad.